Nuestra Iglesia del tercer milenio necesita testigos, místicos, para que nuestro mundo no se muera de frío. La exhortación apostólica Vita consecrata no es fósil del pasado, sino que es un pórtico que introduce a la vida consagrada en el siglo XXI.
Enlaces:
[1] http://www.publicacionesclaretianas.com/card-carlos-amigo