“Sois una carta de Cristo, escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; y no en tablas de piedra, sino en tablas de carne, en los corazones”. La vida consagrada está llamada hoy a ser una “Carta de Cristo“. Se trata de dejar a Jesús escribir en los cuerpos y corazones de las personas consagradas, en sus comunidades e institutos, con la pluma del Espíritu de Dios, aquella carta que Él quiere enviar a nuestra sociedad y a nuestra Iglesia.
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