Juan Pablo II, el anciano pescador, es ciertamente una bandera discutida. Al frente de la barca de Pedro, su frágil figura tiene un vigoroso alcance mundial. Su viva y sugerente palabra, aun en su fragilidad, se ha dirigido en múltiples y variadas ocasiones a la Vida Consagrada. La Vida Consagrada es deudora, sin duda, de su rico y profundo magisterio.
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