La inculturación tiene que respetar, no solamente los elementos esenciales de la vida consagrada en general, sino también la identidad carismática de cada instituto recibida de los propios fundadores. El Sínodo de 1994 deseó que se imparta a los miembros de los institutos en período de formación, en los seminarios, en los noviciados y en las casas de estudio, una formación que los haga aptos para evangelizar las culturas.
Enlaces:
[1] http://www.publicacionesclaretianas.com/jesus-alvarez